Rogelio Frigerio lo volvió a decir: no más ingresos al Estado sin concursos. No más acomodos. No más amiguismo. Lo dijo, una vez más, con la serenidad del que cree estar fundando la República.
Pero mientras lo decía, el pliego de Martín Rettore —propuesto a dedo como Fiscal de Estado Adjunto— ya estaba entrando a la Legislatura. ¿El concurso? Bien, gracias.
Rettore, hijo de un histórico referente radical, no pasó por ningún procedimiento abierto, transparente ni competitivo. Fue elegido. Punto. ¿Su mérito? Ser parte del círculo. Porque en la “nueva política” parece que la idoneidad se hereda, o se presume entre pares.
A este caso se suman otros, menos visibles pero igual de elocuentes. En ENERSA, cada semana aparecen nuevos empleados, muchos de ellos provenientes de los equipos de campaña de Juntos por el Cambio. En la intervención del IOSPER, el desfile de militantes reciclados continúa sin pausa ni control público. El discurso dice transparencia, pero los cargos se reparten a puerta cerrada.
Y está también el escandaloso caso delegados como Mariela Correa. Hasta hace poco, administrativa en un centro de salud. Hoy, gracias a su vínculo con un referente del frigerismo, ocupa el rol de Delegada del LA INTERVENCION DEL IOSPER en una zona clave de la provincia, con un sueldo que supera los 3 millones de pesos mensuales. ¿Concurso? Ninguno. ¿Trayectoria técnica en gestión sanitaria? Irrelevante. Lo importante es estar del lado correcto del mostrador político.
El gobierno predica plataformas de acceso igualitario al empleo público —como la flamante “Mi Trabajo”— pero en la práctica aplica la vieja lógica del acomodo, esa que decía venir a erradicar. Se denuncia el «populismo» del pasado mientras se aplica el clientelismo gourmet del presente.
En definitiva, en Entre Ríos, los concursos siguen siendo para la tribuna, y los cargos, para los amigos. Y la tan mentada “transparencia” no es más que un buen eslogan… mientras dure la campaña.