Veinte años después, el peronismo entrerriano enfrenta su peor espejo: no hay plata ni para organizar una interna partidaria. No quedó ni el vuelto. Ni para alquilar un local, ni para imprimir una boleta.
Después de dos décadas de manejar la provincia, con mayoría parlamentaria, intendencias, cargos en la justicia, el IOSPER, Enersa, el IAFAS, el Tribunal de Cuentas y cuanto organismo estatal exista, el resultado es la indigencia política y financiera.
La foto del final es patética: los mismos que se turnaron para apretar desde el poder, ahora lloran en las páginas de los diarios porque la elección «cuesta cara».
Los mariscales de la derrota —los Bordet, los Urribarri, los Bahl, los Kueider, los Cresto, los Giano, los Lara, los Ballay, los Bahillo, los Michel, los Gaillard, los Blanca Osuna— se miran las caras tratando de entender cómo se quedaron sin caja. Pero no es que faltó tiempo, ni oportunidades. Sobró.
Fueron 20 años de contratos truchos en la Legislatura, de choreo con la obra pública, de empresas fantasma en el IOSPER, de acomodos familiares, de jueces y fiscales puestos a dedo para blindar la impunidad. Tuvieron todo. Pero se robaron hasta los cimientos.Hoy, mientras lloran por el costo de la interna, los entrerrianos siguen pagando las facturas con aumentos escandalosos de impuestos, mientras el PJ no puede ni juntar la plata para un acto digno.
Rogelio Frigerio, el «libertario» que sube impuestos, les dejó el escenario servido. Les ganó caminando, sin necesidad de campaña, porque el peronismo ya se había pegado un tiro solo.Y ahí están, tratando de disfrazar el desastre como si fuera un problema de «falta de militancia», o de «tiempos difíciles». No.
El problema es que durante años construyeron una maquinaria para el saqueo, no para la política. El peronismo de Entre Ríos no perdió el gobierno: se lo remataron entre ellos, loteando la dignidad del movimiento y vaciando la esperanza de los que creyeron en otro proyecto.Ahora nadie quiere poner la cara. Nadie quiere pagar la cuenta. El precio de la traición lo están cobrando las bases, los compañeros de a pie, los que siempre pusieron el cuerpo. Porque los que se llenaron los bolsillos con el Estado hoy miran para otro lado. Porque después de 20 años, el peronismo entrerriano no tiene ni para la coca del plenario.Y así se escribe la historia de los mariscales de la derrota. Los que gobernaron una provincia rica, pero la dejaron más pobre que nunca.
Ni una moneda para la interna. Pero eso sí: bolsillos llenos y discursos vacíos.
Fuente: Lacaldera.com.ar